Dos No Es Siemp...


Dos No Es Siempre…

Comentarios al artículo “Two Is Not Always Better Than One. A Critical Evaluation of Two-System Theories”, de Gideon Keren y Yaacov Schul.

Gabriel Rodríguez.
Publicado en este blog: 15/02/ 2012.

El artículo “Two Is Not Always Better Than One” ofrece una oportunidad excelente para reflexionar sobre algunos interrogantes, realizar algunas puntualizaciones y profundizar o ampliar algunos de los temas que nos proponen sus autores. Estoy totalmente de acuerdo con la necesidad de precisión conceptual, sobre todo por la dificultad inherente al asunto tratado. Pero, la falta de una conceptualización rigurosa no es un problema exclusivo de los investigadores que defienden las teorías de dos sistemas, sino un problema más general, como demuestran Keren y Schul con su propio artículo, plagado de fallos e imprecisiones conceptuales.

Precisiones conceptuales
Keren y Schul comienzan relatando cómo una gran cantidad de autores, desde distintos puntos de vista y utilizando sus propias terminologías, han descrito la existencia de dos sistemas cognitivos diferentes (p. 533-534). El que un mismo objeto de conocimiento sea descrito a lo largo de la historia por numerosos autores, desde Aristóteles a nuestros días, o desde muy distintos puntos de vista por autores diferentes, que utilizan distintas terminologías para describir características congruentes, no debería ser utilizado como argumento a favor de la inexistencia de ese supuesto objeto de conocimiento. La abundancia de testimonios no debería ser razón suficiente para deducir la inexistencia del objeto.
Keren y Schul identifican de forma instantánea como equivalente a de forma automática. No se trata de que en la actual terminología se le llame “automático” a lo mismo que antes se le llamaba “inmediato” (p. 533), sino que se trata de dos características distintas que afectan a los procesos de un mismo sistema de procesamiento de la información. Inmediato quiere decir sin dilación temporal, y automático sin intervención de un proceso intencional consciente.
Keren y Schul confunden los conceptos de sistema y proceso, conceptos difícilmente confundibles, dado que hacen referencia a cosas tan distintas como el conjunto de la estructura que hace posible un funcionamiento determinado y las acciones que puede realizar. Para aclararlo con un ejemplo, es algo similar a confundir el motor y la combustión. Es cierto que dos sistemas de procesamiento pueden conseguir, ocasionalmente, resultados similares a través de procesos distintos. Pero, si dos sistemas de procesamiento distintos siguieran exactamente los mismos procesos (como dicen Keren y Schul) no serían, en cuanto a esos procesos, dos sistemas de procesamiento diferenciables.
Para dejar clara su confusión, ponen un ejemplo. Nos dicen que, en la analogía del ordenador, los procesos podrían ser vistos como el software, y los sistemas podrían ser vistos como el ordenador involucrando tanto al software como al hardware (p. 534). Evidentemente, el software no es el proceso. De hecho, el sistema operativo de un ordenador es la parte central del software.
Inmediatamente después de este error, para sorpresa del lector, nos dicen que el mismo proceso (software) puede funcionar en diferentes sistemas (hardware) (p. 534), de modo que tras identificar sistema con la combinación de software y hardware, identifican sistema únicamente con hardware. El problema no es que los autores de las teorías de dos sistemas confundan los conceptos de sistema y proceso, el problema es que los confunden Keren y Schul.
Sistema híbrido.
Keren y Schul plantean que una de las principales razones del déficit de claridad conceptual en las teorías de dos sistemas es la falta de considerar lo que es un sistema mental (p. 534). Pero, muy avanzado el artículo, nos aclaran que ellos NO van a proporcionar su propia definición completa de lo que es un sistema (p. 537). Y se plantean si no sería posible la existencia de un sistema híbrido que combinara características de los dos sistemas. Evidentemente, sí sería posible un sistema híbrido en cuanto que combinara los dos sistemas de procesamiento de la información unidos en una entidad superior: podríamos hablar del sistema de conocimiento humano como formado por dos subsistemas, el analógico y el lógico-verbal. Pero, debemos pensar que ya es suficientemente difícil hablar de un sistema externo al lógico-verbal, desde el interior de este último, como para intentar formular algo lógico de ese sistema superior que engloba a los dos. Lo que no es viable es que uno de los sistemas pueda realizar las operaciones típicas del otro. Por ejemplo: nunca vamos a encontrar al sistema analógico utilizando la herramienta del NO lógico. Como tampoco vamos a encontrar al sistema lógico-verbal consciente manipulando ordenadamente los procesos que hacen emerger las complejas asociaciones propias del sistema analógico: no vamos a encontrar un proceso lógico para generar preciosas metáforas inéditas.
Vamos a intentar hacer el trabajo que Keren y Schul han dejado pendiente. Definamos sistema: conjunto organizado que contiene las capacidades necesarias para lograr objetivos, por medio de procesos de características diferenciales, limitado por fronteras definidas por esas características diferenciales, que puede estar formado por otros subconjuntos (subsistemas), y que puede coordinarse con otros sistemas para formar sistemas superiores. Es decir, pueden existir sistemas híbridos en cuanto combinen la actuación de dos subsistemas, pero no en cuanto mezclen indiscriminadamente sus dos formas de procesamiento, necesariamente separadas por fronteras. Puede transitar la información, pueden compartir contenidos, pero no las formas de procesamiento.
La falacia del no-hígado.
Keren y Schul comparan las teorías de dos sistemas con la falacia del no-hígado (p. 537), es decir, con la formulación de un órgano inexistente (el no-hígado) que se basaría en la existencia de otros órganos en el cuerpo humano diferentes del hígado. La comparación no tiene ningún sentido ya que ellos mismos describen los modelos de dos sistemas como definidos por características diferentes, en vez de aparecer descritos por una característica y su negación. Al lector le queda la duda de si, con esta comparación, no estarán sugiriendo lo contrario de lo que pretenden, es decir, que existe al menos otro sistema diferente del sistema lógico-verbal dominante, lo mismo que existen en el cuerpo humano otros órganos además del hígado.
Keren y Schul nos dicen que no podemos hacer la distinción entre comportamiento automático y controlado porque se trata de un proceso inequívocamente continuo (p. 538). Esta cuestión se inscribe en una pregunta más general: ¿podríamos hacer alguna distinción en nuestro continuo perceptivo que nos permitiera la forma de conocimiento propia de los seres humanos? En este caso particular, Keren y Schul confunden la caracterización de los procesos automáticos y controlados, con la caracterización del proceso que lleva a la evolución de esos procesos: la evolución puede ser continua, aunque la caracterización de cada uno de los procesos no lo sea. Como ejemplo, pensemos en si podríamos encontrar alguna característica diferencial entre los procesos que realizan una oruga y una mariposa, aunque el proceso que conduce de un estado a otro sea continuo. Podemos caracterizar que un objeto sea completamente blanco o totalmente negro, a la vez que caracterizar un proceso que lleve del blanco al negro pasando por toda una gama de grises. No hay ningún problema conceptual al considerar que hay dos sistemas de procesamiento de la información con características diferenciales, que llevan a formas de comportamiento que evolucionan desde estar controladas por uno de los sistemas, a un estado en el que pasan a ser realizadas por el otro sistema.
Sistema normativo.
Inmediatamente después de citar que una de las características diferenciales de los dos sistemas es la basada en la distinción entre sistema basado en normas frente a sistema asociativo (como alternativa a basado en normas), los autores proponen que se debe hacer referencia explícita a las normas que se deben utilizar en las pruebas de cualquier hipótesis acerca de las teorías de uno, dos o más sistemas (p.534). Para que esta pretensión fuera posible, tendría que existir un sistema de carácter normativo superior a los dos (que nadie ha supuesto que exista), o tendríamos que suponer que el sistema no normativo es una pequeña parte integrada, una irregularidad sometida al sistema normativo. Es decir, que no existiría como sistema. Si partimos de la premisa de que únicamente existe un sistema, es fácil que lleguemos a la conclusión de que es así.
Keren y Schul parecen no darse cuenta de la dificultad intrínseca al problema que plantean, sobre todo cuando estamos hablando de los dos sistemas que engloban el conjunto de las formas de conocimiento propias del ser humano. Vamos a poner un ejemplo para aclarar este punto, que tiene algunas sutilezas.
Uno de los argumentos centrales de los autores críticos con la teoría de los dos sistemas se puede resumir en la siguiente cuestión: hablan de la existencia de un segundo sistema de procesamiento de la información que no utiliza las relaciones estructurales del lenguaje, de las palabras, ni de los conceptos lógicos. Pero, ¿por qué no lo definen con palabras y conceptos claros, lógicos? La mayoría de las críticas a la teoría de los dos sistemas hacen referencia, de una manera u otra, a este mismo argumento, que permite negar la existencia de los dos sistemas sin considerar la debilidad de la argumentación. Siguiendo la misma línea de razonamiento de Keren y Schul, podríamos preguntar: si las críticas son siempre, en el fondo, la misma crítica, ¿por qué los distintos autores no utilizan siempre los mismos términos?
De una forma más coloquial y, tal vez, más clara. Dice usted que existen procesos cognitivos que no se pueden expresar por medio del lenguaje. Dígame algún ejemplo. Ante lo que sólo te quedan dos alternativas: hablar, con lo que te dirán que sí se podían expresar por medio de palabras; o callar y otorgar.
La respuesta a esta cuestión central es sencilla. Lo mismo que podemos constatar fácilmente, desde el sistema lógico-verbal, la inconsistencia de esta crítica, pero sería extremadamente difícil, si no imposible, establecer unas normas generales que nos sirvieran para juzgar los dos sistemas desde el interior del sistema lógico-verbal; podemos constatar cuáles son los límites del propio sistema lógico-verbal desde su interior (para lo que, lógicamente, tiene una admirable potencia y efectividad), a la vez que constatar su debilidad (de forma congruente) a la hora de definir un sistema externo. Keren y Schul manifiestan su extrañeza al constatar que para describir y explicar que existe un sistema analógico la mayoría de los autores utilicen esquemas y cuadros analógicos.
Alineación.
Keren y Schul utilizan como argumento la necesidad de alineación de características para negar la existencia de los dos sistemas. Nos dicen que no sólo hay que demostrar que toda una serie de características se cumplen para un sistema y no se cumplen para el otro, sino que también hay que demostrar que cualquier combinación que incluya características de los dos sistemas es inviable. De tal modo que, según aumente el número de características diferenciales, aumentará de forma desorbitada el número de combinaciones que es necesario demostrar que son inviables, lo cual tiende a ser imposible. Es decir que, una vez más, pretenden deducir de la abundancia de pruebas la inexistencia del objeto de conocimiento.
Keren y Schul cometen también un error al decir que con tres características dicotómicas (a1/a2, b1/b2, c1/c2), pertenecientes a los sistemas 1 y 2, debemos descartar cinco (de seis) combinaciones híbridas (por ejemplo a1-b1-c2) (p. 539). Las combinaciones de características híbridas que pueden aparecer son seis (a1-b2-c2, a1-b1-c2, a1-b2-c1, a2-b1-c1, a2-b2-c1, a2-b1-c2), mientras que las combinaciones no híbridas son dos (a1-b1-c1, a2-b2-c2). Por tanto, habría que descartar seis de ocho combinaciones posibles, y no cinco de seis como dicen Keren y Schul. Curiosamente, un poco más abajo, consideran que, efectivamente, hay seis, de ocho, combinaciones híbridas.
Keren y Schul argumentan correctamente cuando dicen que el concepto de flexibilidad no es una característica diferencial respecto a los dos sistemas. Lo cual es cierto siempre que no distingamos los dos conceptos de flexibilidad que debemos considerar asociados a los dos sistemas, como ya he explicado en el artículo sobre Strack y Deutsch (en este blog).
El peligro del relativismo.
Keren y Schul admiten que un sesgo de creencia se fortalezca bajo presión temporal, y que la verificación lógica, al tener un proceso distinto, sea más lenta y requiera más recursos cognitivos. Hablan de la posibilidad de que interfieran dos criterios distintos dentro de un mismo sistema, pero no sugieren ninguna explicación acerca de las diferentes características, que ellos mismos admiten, de estos procesos. A lo largo de su artículo, muchas veces no se sabe si quieren demostrar que hay un solo sistema o que hay múltiples, para caer en un relativismo total, peligroso. Nos dicen, por ejemplo, que no hay un modelo científico que sea completamente cierto o, dicho de otro modo, que
cualquier modelo utilizado en la actualidad es falso (p. 545). No debemos caer en un relativismo absoluto que nos permita sacar conclusiones contrarias a toda evidencia.
Nos vienen a decir que cada experimento, por separado, no justifica la existencia de dos sistemas. No parecen admitir la visión de conjunto. Podemos pensar en un ejemplo clarificador: cada uno de los perceptos que da forma a nuestra realidad sensible puede ser una alucinación, una falsedad, pero eso no debería ser suficiente para negar la existencia del conjunto de la realidad percibida. Es tal la cantidad de pruebas de las que nos dicen que, individualmente consideradas, no son definitivas, que la conclusión de su artículo es necesariamente la contraria de la que pretenden.
Al menos en cuatro ocasiones, hablan Keren y Schul, en su artículo, de lo tentador que puede ser admitir la teoría de los dos sistemas. Las tentaciones son, en principio, sentimientos, solicitaciones propias del sistema analógico (o impulsivo), que son controladas por el sistema lógico-verbal dominante. Es, por tanto, coherente que, si pretenden ocultar, negar, la existencia de un sistema analógico, controlen, repriman sus tentaciones. No obstante, en mi opinión, creo que, en ocasiones, podría ser aceptable sucumbir a alguna tentación.
La reiterada crisis de la teoría inaparente admitida.
Nos dicen que las teorías de dos sistemas no están bien definidas, con suficiente claridad y precisión. Miremos el contraplano. Las teorías inaparentes, difusas e indefinidas de un solo sistema son tan extremadamente imprecisas que solamente podemos darnos cuenta de lo que habíamos dado por supuesto en los momentos en los que se manifiesta, una vez más, una evidencia inexplicable, como ha ocurrido en el marco del psicoanálisis, de la psicología social, de la neurociencia, o en los resultados de los cada vez más numerosos experimentos que aparecen como una sorpresa inexplicable. El número de resultados experimentales sorprendentes, el número de falsaciones, parece tender a infinito. Lo único que impide hablar de falsaciones en sentido estricto es la propia indefinición de esas teorías de un solo sistema. Oliver Sacks ya dio la alarma hace muchos años: es necesario formular una nueva teoría del conocimiento. La admitida acríticamente no se adapta a los cada vez más numerosos casos divergentes.
Intentaré describir un ejemplo. Sobre una pantalla táctil de un ordenador, un chimpancé pulsa los lugares, en los que se podía ver una serie numérica, después de que esta haya desaparecido. ¿Cuáles son los supuestos inaparentes que admitíamos antes del experimento y que parecemos empeñados en seguir admitiendo después? ¿Hemos decidido que no existe, contra toda evidencia, ninguna otra forma de percibir lo real que no sean nuestros mecanismos de percepción simbólica? ¿Damos por supuesto que los chimpancés procesan la información visual de acuerdo a lo nombrado, como los humanos? ¿Hemos decidido que no existe ninguna otra manera de memorizar los datos perceptivos que no sea por medio de series lógico-verbales ordenadas? ¿No podemos, ni otras especies pueden, percibir lo real no nombrado? ¿Habíamos supuesto que la única manera de representar el mundo era la basada en asociaciones sinestésicas estables que hagan corresponder sonidos con signos gráficos y con conceptos de orden o cantidad? ¿Existe una relación lineal inequívoca entre la línea del pensamiento consciente y la de la acción? ¿Seremos capaces de interpretar los resultados del experimento como una capacidad singular de los chimpancés para memorizar series numéricas y reproducirlas sobre la estructura del tiempo lineal? ¿Hemos decidido que no existe la imagen eidética y que, si existiera, no tendría ninguna función cognitiva?
Dicotomías
Es muy curioso que, cuando Keren y Schul critican la tendencia a dividir el mundo en dicotomías, basadas en distinciones tales como la de cumplir con el requisito A o el NO-A, no se den cuenta de que están hablando de una de las características típica, definitoria, de uno de los sistemas, el lógico-verbal, cuya formulación critican. Precisamente, lo que proponen las teorías de dos sistemas es que hay otras formas de pensar, además de las basadas en dicotomías.
Strack y Deutsch nos han explicado, de forma convincente, cómo la posibilidad de aplicar el mecanismo del NO lógico pertenece, de forma exclusiva, al sistema reflexivo. Pero, esto no se puede plantear de otro modo, desde el lenguaje, que no sea el de mostrar características duales acordes con los dos sistemas. Un sistema utiliza dicotomías y el otro no. Y este planteamiento es, lógicamente, una dicotomía, ya que estamos utilizando para expresarnos el sistema lógico-verbal. Evidentemente, estamos analizando las características de los dos sistemas vistos desde la perspectiva del sistema lógico-verbal (del lenguaje escrito). Este problema lo que hace es poner de manifiesto, una vez más, la coherente debilidad del sistema lógico-verbal para expresar lo que está fuera de sus límites, y la deslumbrante capacidad que posee de explorar sus propios límites.
Es, también, extremadamente curioso que, al criticar la formulación excluyente de dicotomías, tales como las que sustentan los planteamientos de los dos sistemas de procesamiento de la información, estén proponiendo que existe otro modo de pensamiento al margen de las dicotomías en las que se basa el sistema lógico-verbal. Es decir, que lo que realmente están haciendo es proponer la existencia de otro sistema de procesamiento de la información distinto del lógico-verbal, que sabemos que está sustentado estructuralmente en la formulación de dicotomías. Están, por tanto, proponiendo la existencia de algo muy parecido a un sistema analógico. Es más, podemos considerar su artículo como una crítica a la creencia en un sistema único e inaparente basado en características asumidas sin ser suficientemente criticadas, tales como la formulación de dicotomías. (Se puede vislumbrar, en la lejanía, una relación profunda entre la incapacidad de completitud del sistema lógico-verbal y los teoremas de incompletitud de Kurt Gödel. Parece inevitablemente necesaria la existencia de un sistema externo).
Sistemas aislables.
El concepto de aislabilidad no queda bien definido ni bien utilizado en el artículo de Keren y Schul. La aislabilidad es una característica relacionada con la existencia de fronteras con diferentes grados de permeabilidad (permeabilidad de contenidos, impermeabilidad de procedimientos, como también dicen Strack y Deutsch). Decir que un sistema debe contener todos los componentes necesarios para realizar sus tareas, que no debe depender de otro sistema para llevar a cabo sus operaciones, no es correcto, ya que da lugar a muchas ambigüedades. Si utilizamos el mismo ejemplo que proponen Keren y Schul de sistemas aislables, la vista y el oído, podemos decir que ninguno de ellos podría funcionar ni no estuviera inscrito en un sistema superior, el cuerpo humano. Y también que ambos sufren una fuerte dependencia del otro es sus tareas. Los mismos Keren y Schul nos dicen que la aislabilidad de los sistemas vista y oído no quiere decir que el procesamiento de la información visual no pueda influir en la información auditiva (y viceversa) (p. 540). Es decir, que no se cumple la condición que acaban de proponer ellos mismos un poco antes para poder considerar aislables a dos sistemas, A y B: la operación de A no debe dejarse influenciar por la operación de B (p. 540).
Las conclusiones.
En el apartado “Conclusión”, podemos encontrar una confusa acumulación de posibilidades, y numerosas referencias a otros autores, a la vez que planteamientos sobre la necesidad de llevar a cabo investigaciones rigurosas. La vaguedad conceptual y la falta de precisión de las que acusan a las teorías de dos sistemas tienen un buen ejemplo en su propio artículo y en su apartado final.
Justamente antes de este apartado, sí que podemos encontrar tres claras conclusiones. Nos dicen que el progreso científico puede verse obstaculizado por tres razones: en primer lugar, porque las dicotomías hacen que los modelos de dos sistemas permanezcan como marcos teóricos y no como teorías; en segundo lugar, porque los modelos de dos sistemas enfatizan las dicotomías simplistas; y, en tercer lugar, porque el énfasis en las dicotomías anima a los investigadores a probar efectos dicotómicos y no a estimar parámetros (p. 545-546). Tres razones que podemos fácilmente resumir en una sola: el progreso científico basado en dicotomías puede verse obstaculizado por el uso de dicotomías.
Propuestas.
Existen otros criterios, respecto al concepto de aislabilidad de los sistemas de procesamiento de la información, que pueden ser mucho más radicales y precisos. Podríamos considerar que el sistema analógico y el sistema lógico-verbal cumplen extremadamente bien la característica de aislabilidad si se pudiera dar, en condiciones especiales, el funcionamiento coordinado del sistema analógico de un individuo con el lógico-verbal de otro. También si pudiéramos encontrar organismos animados o seres inanimados que realizaran funciones de procesamiento de la información utilizando únicamente un sistema similar a uno de los dos sistemas: analógico o lógico-verbal.
La posibilidad de conexión entre el sistema lógico-verbal de una persona con el analógico de otra tendría que producirse en el momento de desconexión, de abandono de las funciones dominantes de control propias del sistema lógico-verbal de la segunda persona. Es decir, en el momento de paso de la vigilia al sueño. Y tendría que producirse por medio de la repetición insistente e impositiva de órdenes lógico-verbales transmitidas desde la primera persona a la segunda. A este fenómeno, que no ha tenido nunca una interpretación satisfactoria al margen de la teoría de los dos sistemas, se lo conoce como hipnosis. La persona hipnotizada deja de tener entradas sensoriales externas, ajenas a la voz del hipnotizador, que monopoliza el mundo de lo sentido, únicamente excitado a partir de sus órdenes o sugerencias. El fenómeno de la hipnosis cumple perfectamente todos los requisitos para ser interpretado como un caso de conexión entre el sistema analógico del durmiente con el sistema lógico-verbal dominante del hipnotizador. Como ya he explicado pormenorizadamente en el artículo sobre “Ética analógica” (en este blog), existen toda una serie de instancias éticas pertenecientes al sistema analógico. Instancias que, coherentemente, no dejan de funcionar en el sistema analógico del durmiente, y que explicarían de forma congruente, la resistencia que puede oponer a las órdenes del hipnotizador que sean incompatibles con esas coordenadas éticas.
Podemos encontrar numerosas pruebas de la existencia de seres vivos que poseen un sistema analógico de procesamiento de la información semejante al de los seres humanos: los mamíferos superiores. Todos los datos que tenemos actualmente indican que los mamíferos utilizan un sistema analógico parecido al humano, en ausencia del proceso constructivo que lleva a los seres humanos a implementar, a partir de unas pocas características diferenciales básicas (descritas en “El manantial creativo”, en este blog) su exclusivo sistema lógico-verbal. Al final de este artículo, he colocado una relación de los motivos que deben llevarnos a pensar en la semejanza esencial entre los sistemas analógicos de los mamíferos superiores y de los seres humanos.
Por otro lado, también existen sistemas de procesamiento de la información que siguen exclusivamente procesos similares a los del sistema lógico-verbal: los de los ordenadores. Sistemas inteligentes, pero no creativos, no metafóricos, basados en dicotomías binarias. Capaces de realizar operaciones complejas con gran eficacia, pero incapaces de generar una metáfora que no esté prevista, programada en sus bases de datos. Las razones que demuestran la aislabilidad de los dos sistemas de procesamiento de la información y el que debamos considerarlos como dos sistemas diferenciables, integrados en un sistema superior, la forma de conocimiento humana, son extremadamente consistentes.
La semejanza entre los sistemas analógicos de los humanos y de los mamíferos no humanos, y entre el sistema lógico-verbal y el implementado en los ordenadores, es tan consistente que lleva, inevitablemente, a plantear una comparación de gran poder explicativo. Una comparación que deja de lado muchos detalles y sutilezas, no plenamente rigurosa, ni plenamente científica, pero extremadamente útil y sencilla. Un animal que pudiera construir en su cerebro un sistema lógico-verbal semejante al de los ordenadores, a partir de su sistema analógico básico, sería algo muy parecido a un ser humano con consciencia. Si un animal, con un sistema analógico semejante al de los mamíferos superiores, pudiera desarrollar constructivamente un sistema propio semejante al de los procesadores informáticos, basado en dicotomías binarias, estaríamos hablando de un ser humano poseedor de lenguaje y de consciencia.
Creatividad.
No podemos encontrar las razones que nos lleven a constatar o a justificar la existencia de la consciencia en un corte transversal, atemporal, dado que es un fenómeno derivado de un proceso constructivo. Un ser que combinara procesos analógicos y procesos lógico-verbales coordinados en forma programada estable, sería un ser sin capacidad reflexiva consciente. No podemos tener consciencia sin tener un pasado, pero no un pasado cualquiera: es imprescindible que sea un pasado constructivo. La consciencia no depende de la inteligencia ni del autoconocimiento, sino de la creatividad. Poseemos un consciente porque tenemos, paralelamente, un inconsciente generado a causa de un proceso constructivo, gracias a una capacidad básica, diferencial, específica de los humanos, a la que venimos llamando creatividad.
La creatividad es la capacidad para construir el sistema lógico-verbal y para gestionar o modificar las relaciones entre los dos sistemas de procesamiento de la información. Es decir, la capacidad de mantener la actividad constructiva. El concepto de creatividad que estoy utilizando es congruente con la definición, de rigor matemático, planteada por Margaret Boden como: la capacidad de realizar cosas nuevas y valiosas que no se podrían haber realizado desde los esquemas procesales o desde los programas computacionales previos. Definición que lleva, inevitablemente, a plantear la necesidad de un sistema exterior al que sustenta esa negación lógica, un sistema básico, en compleja interacción dinámica.

Sistema analógico del ser humano – sistema analógico de los mamíferos superiores
Razones que nos deben llevar a pensar en las grandes similitudes entre estos dos sistemas:
  1. La eficacia, inexplicada desde otros planteamientos, de los tratamientos terapéuticos con mamíferos para las personas que no han construido un sistema lógico-verbal eficiente.
  2. Los hallazgos que nos indican la existencia de una ética animal, semejante a la ética analógica del cuidado en el ser humano.
  3. La memoria basada en imágenes complejas (eidéticas) en los mamíferos, de lo que puede ser un buen ejemplo la capacidad de reconocimiento por el olor en los perros.
  4. El hallazgo de características analógicas, como la empatía, en el sistema de procesamiento de los mamíferos.
  5. Los testimonios de las personas autistas, que no han construido un sistema lógico-verbal eficiente, y que demuestran entendimiento de las formas perceptivas y procesales de los mamíferos (como Temple Grandin).
  6. La capacidad de procesamiento de imágenes complejas en los bebés que son capaces de distinguir rostros de primates.
  7. Los pacientes con lesiones en el hemisferio izquierdo, que han perdido el pensamiento abstracto o proposicional, y cuyo comportamiento se ha comparado con el de otros mamíferos.
  8. La capacidad de los chimpancés para reproducir series numéricas en una pantalla táctil.
  9. Los hallazgos de la teoría del nuevo inconsciente (John Bargh) que nos habla de la existencia de un sistema inconsciente, evolutivamente anterior al sistema consciente humano.
  10. Los hallazgos del modelo reflexivo-impulsivo, de Strack y Deutsch, que supone la similitud en el funcionamiento del sistema impulsivo en los animales y en los humanos.
  11. La coherencia de los procesos evolutivos, que no produce cambios radicales tras desechar sistemas anteriores, sino que, a partir de pequeños cambios, integra las novedades adaptativas en fórmulas eficaces.
  12. Todos los datos que han llevado a las teorías evolutivas (MacLean) del cerebro triple (reptil, paleomamífero, neomamífero).


Keren, Gideon y Schul, Yaacov. “Two Is Not Always Better Than One. A Critical Evaluation of Two-System Theories”. http://psychology.huji.ac.il/.upload/articles/Schul.pdf